FEDERACIÓN RUSA
Durante la Perestroika y los primeros años de democracia en Rusia, se fundaron nuevos estudios independientes, como Pilot de Aleksandr Tatarskiy, inspirados por Zagreb Films, SHAR Studio, fundado por Yuriy Norshteyn junto con los animadores Fyodor Khitruk, Andrey Khrzhanovskiy, y Eduard Nazarov, o Studio Ekran (hoy Multtelefilm) de Gennady Tishchenko, que producían animaciones con técnicas de anime como Vampires of Geona (1991)
o Amba (1994-1995)
El fin del comunismo supuso también el fin de muchas subvenciones a éstas películas, pero los nuevos estudios pequeños pudieron crecer grácias al auge de la animación publicitaria y los encargos de animación OEM de países occidentales. Los autores que más destacaron en ésta época fueron Alexander Petrov, que ganó el Oscar al mejor corto animado en 1999 por El Viejo y el Mar
y Stanislav Sokolov con The Winter's Tale (1999), con el que ganó un Emmy
En lo que respecta a la gran Soyuzmultfilm, que empleaba a cerca de 700 animadores, se encontró dirigida por una junta de directivos corruptos, vendieron los derechos de todas las producciones del estudio sin consultar con los empleados ni los accionistas, en aquella época los animadores podían llegar al trabajo y encontrar que su mesa de dibujo había desaparecido, su consigna había sido vaciada y/o que su contrato había sido rescindido sin aviso.
En los años 2000, con la economía rusa ya estabilizada, comenzaron a volver a producirse nuevos largometrajes de animación como Little Longnose (2003) de Melnitsa Animation Studio
y Prince Vladimir (2006) de Solnechny Dom Studio, la película de animación rusa más taquillera hasta la fecha.
En el 2006 también apareció la primera película rusa de animación CGI: Osobennyj. Por su parte, Soyuzmultfilms en breve estrenará Gofmaniada, una película de pupetoon deliveradamente realizada sin ordenadores.
Sin embargo, tras éste breve renacimiento la industria de la animación rusa se encuentra en otra nueva crisis, el gobierno decidió reducir las subvenciones, con lo que muchos proyectos han quedado cancelados y otros que se produjeron bajo la promesa de recibir una subvención tras el estreno se han encontrado con que la subvención ha sido cancelada. Algunos estudios pequeños como Pilot han cerrado y otros se encuentran en peligro de bancarrota. Para postres, parece ser que Disney ha sobornado a las cadenas de TV para que le den preferencia a sus programas en vez de fomentar la animación local.
La animación rusa, esa gran desconocida llena de técnicas y estilos exhuberantes, y con una producción brutal se encuentra malherida, muy superior a la imagen que tienen los americanos sobre ella
Su futuro es impredecible, pero al fin y al cabo es una industria que siempre ha sabido salir adelante de las innumerables crisis que ha sufrido.